jueves, 25 de julio de 2019

LA TROPA GUERRERA


En primer lugar quisiera pedir disculpas porque sé que tengo abandonado el blog. El día a día no me deja mucho tiempo para escribir aunque no por falta de ganas. Hoy he decidido contaros como ha cambiado nuestra vida desde que el pequeño guerrero y la princesa llegaron a nuestra vida.
Aunque parece que fue ayer, ha pasado mucho tiempo desde aquel ansiado positivo. Tanto que en menos de tres semanas mis guerreros cumplirán 3 y 4 años. Sí, la princesita va a entrar en el cole de mayores, como dicen ellos y mi pequeño guerrero ya es un mayor de cuatro años, como él muy bien expresa.
Y qué deciros de estos dos bichillos que han puesto nuestra vida patas arriba. Que nos absorben la energía, como dice papiguerrero pero es lo más maravilloso que nos ha pasado.
El pequeño guerrero luchador es eso, un luchador nato. Ya nos lo demostró el mismo día de la transferencia en aquella clínica de Champions y nos lo sigue demostrando cada día. El día que nació, llegando a este mundo en el descuento. Día a día, viendo como se hace grande y como se expresa. Como expresa sus sentimientos diciendo te quiero hasta la ciudad de Pocoyó! Que eso debe ser mucho, o hasta el Sistema Solar!!! Su alergia al huevo le ha hecho muy responsable. Sí, mi niño de cuatro años es responsable con su alergia, diciendo a las profes lo que puede o no puede comer y preguntando en cada momento si eso tiene o no tiene huevo. Eso me da tranquilidad. El pequeño guerrero nos ha enseñado lo que es sentir en cada momento. La palabra que mejor le define es “intensidad”. Para lo bueno y para lo malo. Es intenso para disfrutar e intenso para sufrir. Para bien o para mal, el pequeño guerrero no deja indiferente a nadie allá donde va. Mi pequeño guerrero, un niño excelente con las emociones a flor de piel, una memoria de elefante, una imaginación que no tiene límites, tanto que en alguna ocasión ha creído poder volar como los personajes de los dibujos, sufriendo un gran golpe, rompiéndose el frenillo.
En estos cuatro años, hemos pasado de todo, días malos y días buenos. Ha tenido que pasar por el quirófano una vez, para una intervención sin importancia y se ha portado como un auténtico guerrero. Como dice él, “me han puesto unos chips de superhéroe para correr y saltar mucho mejor”.
Nos queda mucho por aprender con el pequeño guerrero, porque creemos que somos nosotros los que enseñamos a nuestros hijos pero en realidad son ellos los que nos aportan cada día algo nuevo que aprender.
Ahora le toca a mi princesa guerrera. Sí, también le voy a poner el adjetivo guerrera pero además de por luchadora por bichillo. Como les llama la abuela, la tropa guerrera. Predisposición absoluta. Su frase favorita es “No, yo sola”. Yo sola me cambio, yo sola me pongo las zapas, yo sola como, yo sola recojo la mesa, yo sola saco punta a las pinturas, yo sola, yo yo yo.
Como dice su profe, es muy movida y yo pienso que es una definición suave, porque no es capaz de estar más de 5 minutos haciendo la misma cosa. Bueno, voy a rectificar, porque hemos descubierto que le encanta cortar papelitos con tijeras. Se puede tirar una hora cortando papelitos. Le encanta jugar a ser mayor. Disfruta aprendiendo de su hermano. Si el pequeño guerrero está aprendiendo a escribir su nombre, pues ella también quiere aprender. Si el pequeño guerrero nada sin tablilla, ella tampoco quiere tablilla. Es su maestro ante la vida.
La princesa guerrera es muy observadora, todo lo capta, no habla tanto como su hermano pero en cualquier momento te sorprende diciéndote algo que tú crees que no sería capaz como “mamá, solo te doy el abrazo porque los besos ya se me han acabado”.
Los primeros seis meses fueron una bendición. No lloraba, no se quejaba. Dormía relativamente bien, podíamos ir a cualquier sitio con ella que se adaptaba a todo. Vamos, todo lo contrario que el pequeño guerrero. La vida nos quiso compensar todo el sufrimiento del embarazo, parto y primeros meses del pequeño guerrero con nuestra princesa. Siempre decimos que ella se dio cuenta del lío que había en casa con dos bebés y prefirió echarnos una mano. Supervivencia pura. Cuando empezó a conocer mundo, salió el nervio que tenía dentro. Ese genio y decisión herencia de su madre se hace notar en cada acto. Como le dice papiguerrero “Llegarás a presidenta del gobierno si te lo propones, o a la luna, lo que tú quieras”.
Lo que más le divierte es jugar con su hermano o chincharle, trastear y sobre todo ayudar a papá y a mamá con las tareas. Como os he contado ya, predisposición absoluta ante la vida.
Con ella hemos vivido muchas cosas durante estos tres años. Afortunadamente no hemos tenido que visitar mucho al médico pero sí tuvimos un sustillo que nos puso a prueba a toda la familia. Tuvo una convulsión febril el pasado mes de abril, con dos años y ocho meses. Se quedó sin respiración y sin pulso durante aproximadamente 3 minutos, por una subida rápida de temperatura. Papiguerrero le practicó la RCP y con ayuda del 112, que estaba al teléfono pudimos reanimarla y todo quedó en el susto más grande de nuestras vidas. Ahí nos volvió a demostrar lo fuerte y autónoma que es. Y su hermano la cuidó como su gran protector que es.
Y qué decir de la pareja guerrero-princesa. Siempre juntos, siempre apoyándose. Si la princesa lo pasa mal los primeros días en la escuela infantil, ahí está su hermano para consolarla y darle un abrazo. Si la princesa quiere una galleta, no te olvides de darle dos, porque una es para su hermano. Siempre acordándose el uno del otro. Aburridos si les falta su otra mitad. Apoyándose en las clases de natación que imparten juntos. Si uno no se atreve a hacer algo, tiene el apoyo incondicional del otro y consigue hacerlo. Defendiéndose en el parque si uno tiene algún problema. También se pelean, claro está pero da gusto verles divertirse juntos.
En unas semanas es su cumpleaños y lo celebraremos como dice el pequeño guerrero, con toda la familia, pero esto os lo contaré en otra entrada. Hasta entonces, gracias por seguir ahí.


miércoles, 26 de diciembre de 2018

13 de agosto de 2016. Bienvenida al mundo Princesa!!!


Suena el despertador. Son las 7 de la mañana. A las 8:30h tenemos que estar en el hospital. Yo llevo dando vueltas desde las 5, sin poder dormir, con contracciones fuertes cada 10 minutos. El pequeño guerrero sigue durmiendo así que nos despedimos de él y dejamos a los abuelos en casa.
En el camino íbamos nerviosos pero mucho mejor que en el primer parto. Era programado, el nene estaba en buenas manos, yo no me había pinchado la heparina para poder ponerme la epidural cuando quisiera y sin riesgos añadidos y además ya tenía contracciones constantes así que parecía que avanzaba favorablemente.
Llegamos al hospital, nos cogen los datos, me exploran y me monitorizan. Parece que el parto ha comenzado, las contracciones siguen su curso así que directamente a paritorio.
Enseguida pregunté cuando podía ponerme la epidural. Había dilatado 4 cm y tenía contracciones seguidas aunque soportables. Me dijeron que cuando yo quisiera así que desde ese mismo momento la solicité. Ya había experimentado con el parto del pequeño guerrero lo que era aguantar las contracciones sin epidural y tenía claro que no quería volver a pasar por ello sin necesidad.
Me pusieron la epidural, poco a poco y mi cuerpo reaccionó con un desmayo y vómitos que hicieron tener que cambiarme las sábanas, el camisón incluso el uniforme de algunos de los enfermeros que había en la sala en ese momento, pero pasado el susto y una vez la situación estaba controlada, ya con la epidural todo fue más relajado. Como el parto anterior fue muy largo y duro, éste nos estaba pareciendo un paseo. Pronto se hicieron las 17:30h. Vino el matrón, un chico muy amable que me trató fenomenal durante todo el proceso. Me pidió que empujara y rápidamente me dijo que dejara de empujar, que la nena ya estaba aquí y tenían que avisar a neonatos primero.
Cuando ya estaba en el paritorio todo el personal necesario para asistir el parto, empujé una sola vez y sin más, la pequeña princesita fue impulsándose con sus piececitos y saliendo sola. Papi guerrero y yo disfrutamos al máximo el parto que no pudimos disfrutar con el pequeño guerrero. Todo estaba saliendo bien, yo no tenía dolores. El susto del desmayo al poner la epidural ya había pasado y la nena estaba avanzando sola en su camino. Pasaba por allí una matrona que fue a hacer una consulta y su comentario fue:  ”Qué parto tan bonito,¿ te importa que me quede a verlo??” Y sin hacer ningún esfuerzo y sin ayuda de nadie, la pequeña princesita, como una culebrilla llegó a este mundo para hacernos más felices si cabe, con sus 4.165g y sus 52cm. Ahí nos dejó claro lo que meses después hemos ido descubriendo. Su predisposición ante la vida. Su  “ no, yo sola, no, yo, yo, yo…. “
Empezaba una nueva aventura para nosotros, con dos bebés en casa, pero esto lo contaré en la siguiente entrada.

Falta sólo un día para el parto de mi princesa



Día 12 de agosto de 2016. Ya queda menos para tener con nosotros a nuestra princesa. Acudimos a monitores y a consulta. Me acompañan mis padres y el pequeño guerrero que está hecho un terremoto. Corre por los pasillos con el abuelo mientras mi madre me acompaña con la gine.

Después de los monitores en los que parece que la nena está muy tranquila en el nido, pasamos a consulta y me confirman que el sábado 13 me programan el parto inducido, para evitar riesgos. La nena parece que pesa más de 4kg, yo sigo pinchándome la heparina y quieren tenerlo controlado. En la exploración me hace una maniobra, explicándome que eso ayudará a que la inducción no sea tan larga.

Nos vamos a casa. Ya solo nos queda esperar a que lleguen las 8 de la mañana del día siguiente si es que no me pongo de parto antes después de lo que me han hecho en la consulta de hoy. Pasé la tarde con contracciones muy leves, como el resto del mes, un poco revuelta pero nada nuevo a estas alturas.

El tenerlo programado nos permite organizarnos con el pequeño guerrero. Vendrían mis suegros a casa y se quedarían con él hasta que saliéramos del hospital, así mis padres podrían estar conmigo en el hospital todo el tiempo que necesitara.

Esa noche me fui a la cama nerviosa, con ganas pero con incertidumbre. No dormí mucho, dando vueltas intentando estar cómoda pero creo que con un bebé de más de 4 kg a punto de nacer no es fácil conciliar el sueño. La nena estaba inquieta, se movía y yo empecé con contracciones fuertes a las 5 de la mañana, así que el parto prometía ser más rápido de lo que se espera con una inducción, pero esto os lo cuento en la siguiente entrada.


domingo, 21 de enero de 2018

¡Primer cumpleaños del pequeño guerrero!


Llegó el día, 11 de agosto de 2016, el primer cumpleaños de nuestro pequeño guerrero luchador. Nos parece mentira estar en nuestra situación, no solo teníamos un bebé sano de un año sino que en dos días le daríamos una hermanita, un regalo de la vida. Yo estaba con muchas ganas de dar a luz y muy ilusionada con el primer cumpleaños del peque. Así que invité a comer a casa a mis padres y a mi hermana, que vino con mis dos sobrinos mayores. Mi otra hermana estaba de vacaciones. Recuerdo que estuvimos por la mañana en la piscina, luego comimos, y por la tarde vinieron mis suegros y mis cuñados, a tomar tarta y soplar las velas con el pequeño guerrero. Faltaba la mitad de la familia, pero aun así, me di una paliza atendiendo a los invitados. Aunque no hicimos gran cosa, yo estaba cansadísima, no podía más. Recuerdo que mi madre me decía que me sentara, que ellos se encargaban de todo, pero yo no quería, prefería forzar y ponerme de parto lo antes posible, estaba deseando dejar atrás ese peso tan grande. Así que se pasó el cumple del peque, disfrutando todos juntos. Ya empieza a charlar por los codos, no para quieto. Los abuelos le han regalado una motillo, y aunque aún no le llegan los pies, está encantado. El pequeñajo disfruta estando con sus tíos, primos y abuelos. Está feliz y nosotros más por tenerle en casa.
Cuando se fueron los invitados y acostamos al nene en su cuna, yo terminé derrotada. La nena no paraba de moverse y tenía contracciones, pero no eran fuertes. Al día siguiente teníamos que acudir de nuevo a la gine para que nos programara el parto, así que ya quedaba poquito, qué nervios!
Ya no era capaz de descansar por la noche, entre las contracciones, los dolores de espalda y el peso, no sabía cómo ponerme, y aunque dicen que es peor cuando nace el bebé y duermes menos, yo prefería tener a la nena cuanto antes.
Llegó el día 12 y como cada día de consulta acudí con mis padres y el pequeño guerrero al hospital. Me pondrían monitores y luego pasaría a ver a la doctora, pero esto lo contaré en la siguiente entrada.

Mientras tanto, gracias por seguir ahí. 

jueves, 30 de noviembre de 2017

Últimas semanas de embarazo. La llegada de la princesa está más cerca.

Llegó el verano y el embarazo se hacía cada vez más duro. Nuestro pequeño guerrero aún no había cumplido el año y yo estaba a punto de dar a luz. Cada día más cansada y el guerrero que no para de correr de un lado a otro. Se cae, pero es perseverante y quiere caminar, y caminar,  y seguir caminando. Papiguerrero, afortunadamente, llegaba pronto del trabajo y por las tardes se encargaba del guerrero que solo quería ir de un lado para otro.

En la piscina, en el parque, en casa. Es incansable. El día se acerca. Ya tenemos el dormitorio del guerrero, aunque sigue durmiendo en la cuna. Nos parece aún un bebé. Y no es que lo parezca, es que es un bebé y estamos a punto de recibir otro. No sabemos cómo lo haremos pero no somos los primeros. Saldremos adelante. Estamos encantados con este regalo.  

Ya empezamos a darle vueltas al día del parto. Cómo será, cómo nos organizaremos. Y llegan las últimas semanas de embarazo. Me toca ir a revisión. La fecha prevista de parto es el día antes del cumple del pequeño guerrero, así que aunque sería bonito que coincidiera el día de su cumpleaños, nos daría pena no poder celebrar con nuestro guerrero su primer cumpleaños.

En la semana 33 acudimos de nuevo a nuestro doctor de la clínica privada, que como siempre nos dio tranquilidad. Fue la última visita y nos pidió, como en el anterior embarazo, que cuando naciera la princesa le informáramos de cómo había ido todo. Ya sólo quedaban las últimas revisiones en la Seguridad Social.

Empiezan las citas con monitores. La nena no tiene muchas ganas de salir. Recuerdo que la primera vez que fui a monitores después de un rato el matrón que me atendió me recomendó que fuera a comer algo a la cafetería, porque el bebé estaba demasiado tranquilo. Estaba con mis padres y el pequeño guerrero, así que allí que nos bajamos todos a la cafetería del hospital, desayuné un bollito con un colacao y otra vez para arriba. La segunda vez parece que la princesa se estaba activando, gracias al azúcar que le había dado.

Volví dos días más a monitores antes de dar a luz. En la penúltima revisión antes del parto, la gine me dijo que por mis antecedentes, trombosis y teniendo en cuenta que estaba con heparina, además del tamaño y peso que parecía alcanzar ya la princesita, no podían demorar mucho el parto y era mejor tenerlo controlado. Era el mismo día que salía de cuentas. 10/08/2016, el día antes del cumpleaños del pequeño guerrero. Recuerdo que cuando la gine me insinuó programar el parto, me eché a reir. Se sorprendió y me preguntó si no quería programarlo y le conté mi experiencia en el parto anterior. Ella me explicó que hay situaciones en las que es necesario y más seguro programar el parto y después de todo lo que había pasado, la mía era una de esas situaciones. Así que me exploró, me dijo que aún parecía quedar mucho pero esto podía cambiar de un momento a otro. Aun así, le pregunté si podíamos celebrar tranquilos el primer cumpleaños del pequeño guerrero y me dijo que sí, que todo parecía estar bien. Me dio cita para el día 12, y ese día decidiríamos que hacíamos.


Y llegó el primer cumpleaños del pequeño guerrero, pero esto lo contaré en la próxima entrada. Mientras tanto, gracias por seguir ahí. 

domingo, 22 de octubre de 2017

Ecografía de las 28 semanas de la princesa.

Pasaban las semanas y a mí cada vez me costaba más el día a día. El pequeño guerrero estaba hecho un terremoto y yo cada día más cansada. Nuestra princesa crecía y crecía y parecía que llevaba buen ritmo.

Llegó la eco de las 28 semanas, en la clínica privada. Íbamos a ver la carita de la nena en la eco 4D. Dejamos al pequeño guerrero con los abuelos y acudimos a la consulta, nerviosos por ver que todo seguía bien.

Como siempre, nuestro doctor fue muy amable con nosotros y nos preguntó por el guerrero, interesándose como estaba. Empezó la eco y como siempre, ese silencio que nos tensionaba, hasta que nos dijo que iba todo bien. Y cuando terminó de ver todos los valores importantes que tenía que comprobar nos puso la 4D para ver un poco a la princesa. Esta nena nos salió tímida y no se dejaba apenas ver la carita, se ponía las manitas delante. Disfrutamos del momento y nos relajamos al ver que todo iba bien.

En esa misma semana tocaba revisión también en la Seguridad Social. Cada día teníamos más cerca el parto y había que prepararlo todo. No queríamos comprar otra cuna y como el pequeño guerrero tenía (y tiene) un buen tamaño, encargamos un dormitorio juvenil, para tener montada la habitación cuando naciera la princesa y en cuanto pudiéramos, pasaríamos al guerrero a la cama.

A mí me encanta la decoración y disfrutaba viendo dormitorios y redecorando la casa para la llegada de nuestra princesa, pero por otro lado, estaba nerviosa. Ya habíamos pasado al guerrero a su dormitorio y estábamos encantados, porque dormía del tirón pero no sabíamos cómo nos organizaríamos cuando tuviéramos en casa a la princesa y las primeras noches en las que el bebé no tiene horario.


Poco a poco todo iba organizándose y papiquerrero y yo estábamos deseando tener a nuestra princesa aunque aún teníamos por delante unas cuantas semanas de embarazo que seguiré contando en la siguiente entrada. 

lunes, 2 de octubre de 2017

Ecografía de las 20 semanas de la princesa.

Llegó el momento de hacer la eco de las 20 semanas, esa eco importante en la que observan que se estén formando bien todos los órganos del bebé. Primero acudimos al hospital público y unos días más tarde a la clínica privada. Los dos nos hicieron firmar un documento en el que se indica que aunque se realice la eco, pueden existir problemas que no se detectan en la pantalla.
Así que aunque te quedas más tranquila haciendo las ecos, es cierto que hasta que no tienes en brazos a tu bebé sanito, no descansas. En el hospital, nos dijo la doctora que se le veían unos quistes en la cabeza, pero que eran muy habituales. Como estaba en la semana 19, decidieron citarme para la 21 y comprobar que habían desaparecido estos quistes. El resto de las comprobaciones fueron muy positivas y nos confirmaron lo que ya sabíamos. Era una nena.
Lo teníamos seguro porque, al igual que con el pequeño guerrero, me hice el análisis de sangre cromosómico en el que te comprueban distintas anomalías genéticas y de paso te confirman el sexo del bebé. Quisimos hacernos esta analítica porque seguía conviviendo con nosotros esa frase que nos dijo la desafortunada doctora de la primera clínica de reproducción asistida a la que acudimos. Esa frase que nos dejó helados, esa que decía que no íbamos a ser padres nunca y si lo éramos, sería con alguna anomalía. Con ganas nos quedamos de ir ahora a ver a esa magnífica doctora y enseñarle lo caprichosa que es la naturaleza y lo estupendos que están mis pequeños.
Pasados unos días, fuimos a ver a nuestro doctor a la clínica de reproducción asistida. Le comenté lo de los quistes y me dijo que lo comprobaría. Allí estaban, pero no le dio importancia. Le comenté que en el hospital me iban a hacer otra eco a la semana siguiente para comprobar que hubieran desaparecido y le pareció muy bien. De todas formas, él lo anotó para comprobarlo en la semana 28.
Recuerdo que nos dijo “vaya dos nenes que tenéis, por una cosa o por otra, no os dejan relajaros en los embarazos, el primero, con la forma del corazón y el segundo, con los quistes”. Pero su actitud nos daba tranquilidad, aunque hasta que no nos dijeron que habían desaparecido, no respiramos tranquilos.
La princesa iba creciendo a buen ritmo y empezaba a despuntar en peso. Todo apuntaba que iba a ser tan grande como el pequeño guerrero, pero eso era lo de menos, siempre que estuviera sana.
Cuando volvimos al hospital a la semana siguiente nos confirmaron que ya no había quistes. Nos explicaron que suelen desaparecer sobre la semana 21 y al hacerme tan pronto la eco por eso aún estaban allí. Así que una preocupación menos. Iban pasando las semanas y se acercaba cada vez más el momento de conocer a nuestra princesa.
Aunque en el hospital me citaban una vez al mes, sería en la semana 28 cuando volviéramos a nuestro doctor en la clínica privada. En cada eco nos ponía el ecógrafo 4D pero en la de la semana 28 era en la que mejor se veía. Aunque esto lo contaré en la siguiente entrada.


Mientras tanto, no dejéis de soñar. Lo importante solo tarda un poquito más en llegar.